Advanced Level - Reading No. 7
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El Muro de Berlín
El 13 de agosto de 1961 los residentes de Berlín, Alemania, se despertaron para encontrar que su ciudad había sido dividida en dos. Una barrera había sido erigida durante la noche por el gobierno de Alemania Oriental dejando a los berlineses en completo shock. La historia de la construcción y la caída del muro de Berlín es a la vez sorprendente y fascinante. El hecho de que se mantuvo en pie durante 28 años, a pesar de ser detestado por una abrumadora mayoría de los berlineses, sirve como una lección más en la historia de cómo un pequeño grupo de personas en una posición de poder, puede ejercer control total sobre una población utilizando el miedo y la intimidación. Miles intentaron cruzarlo por encima, por debajo, a través de él o alrededor de él. Más de mil personas murieron intentándolo. Al final, el muro cayó casi tan repentinamente como fue erigido. No pudo contener la voluntad del pueblo alemán para ser libre.
La razón de la construcción de la pared se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial. En 1945, la ciudad de Berlín estaba en ruinas. Los vencedores – América, Inglaterra, Francia y la Unión Soviética – dividieron a Berlín entre ellos. Los soviéticos tomaron control de la Alemania del Este y la convirtieron en un país socialista que demostraría a Occidente que el socialismo era el mejor sistema político en el mundo. El líder de la Unión Soviética, Josef Stalin, estaba seguro de que la nueva República Democrática Alemana (Alemania Oriental) sería tan superior a Alemania Occidental, que el país finalmente se uniría bajo control comunista. Sin embargo, la división de la capital, Berlín, no fue tan fácil. Aunque la ciudad estaba dentro de la ocupación soviética de Alemania Oriental, los estadounidenses y los británicos se negaron a renunciar a ella. Después de las negociaciones con los soviéticos, se llegó a un compromiso incómodo. Berlín del Este estaría bajo el control de los soviéticos y Berlín Occidental se dividiría en sectores estadounidense, británico y francés y sería parte de la Alemania Occidental capitalista. Esto hizo de Berlín Occidental una isla no comunista en lo profundo de un país comunista.
Para la década de 1950, Alemania Occidental comenzó a entrar en un período de rápido crecimiento económico de alrededor de veinte años. A medida que su nivel de vida mejoró, los alemanes orientales comenzaron a inundar a Alemania Occidental. La forma más sencilla de trasladarse, era cruzando la frontera dentro de la ciudad de Berlín. Entre 1945 y 1961 dos millones y medio de alemanes orientales cruzaron desde Berlín Oriental hacia Berlín Occidental y desde Berlín Occidental hacia el resto de Alemania Occidental. La mayoría de los inmigrantes eran profesionales: ingenieros, técnicos, médicos, maestros, abogados y trabajadores calificados. La pérdida continua de su fuerza de trabajo puso en peligro la supervivencia económica de Alemania Oriental. En 1961, el secretario del Partido, Walter Ulbricht, ordenó secretamente construir una barrera para detener la hemorragia de talento humano. Durante un período de tiempo, alambre de púas y concreto fueron escondidos en los alrededores de Berlín, en preparación. Luego, en la noche del 12 de agosto de 1961, la frontera fue cerrada con la ayuda de la policía y el ejército de Alemania del Este, y la barrera de alambre de púas y concreto se erigió rápidamente. A las 6 de la mañana todo estaba hecho. Los berlineses se despertaron para encontrar que su ciudad había sido cortada en dos. En la Bernauer Strasse (Calle Bernauer) en el norte de Berlín, el cierre de la frontera creó una situación extraña. Las puertas de entrada de muchos edificios de apartamentos se abrían hacia Berlín Occidental, pero la gente que vivía en el interior eran berlineses del Este, y ahora ya no se les permitiría usar sus puertas delanteras. Muchos de los que vivían en los pisos inferiores, corrieron abajo y hacia fuera, atravesando la calle hacia Berlín Occidental antes de que la policía de Alemania Oriental pudiera atraparlos. Los guardias fronterizos pronto se dieron cuenta y sellaron las puertas de entrada de los edificios. Para otros residentes de Bernauer Strasse era mucho más difícil escapar. Tenían que saltar desde las ventanas de los pisos superiores; algunos perdieron sus vidas buscando la seguridad del Berlín Occidental. En cuestión de semanas todas las ventanas y puertas que daban a la calle fueron selladas con ladrillos, impidiendo que cualquier otra persona escapara de esa manera.
Intentos de fuga desesperados se hicieron comunes y muchos tuvieron éxito. Para reducir el número de escapes exitosos, el gobierno de Alemania Oriental comenzó a fortalecer el muro hasta que se convirtió en una barrera muy sofisticada, prácticamente imposible de cruzar. Un berlinés oriental tratando de pasarla, tendría primero que superar la pared interna. Al otro lado de la pared interna, a unas 90 yardas de distancia, estaba el muro que dividía Berlín Oriental y Berlín Occidental. Entre las dos paredes había una serie de obstáculos que incluían: luces de búsqueda automáticas, torres de vigilancia con guardias armados, una "cama de clavos", perros con correas largas, una cerca de alambre de púas electrificada y ametralladoras automáticas conectadas a cables de tensión. Si un fugitivo conseguía atravesar todo esto, tenía que superar después la barrera de concreto que veían los berlineses occidentales como el Muro de Berlín. La pared era de 12 pies de altura en la mayoría de los lugares y era rematada con un cilindro de cemento liso que la hacía casi imposible de agarrar. Como conseguir atravesar esta multitud de barreras que conformaban el Muro de Berlín era prácticamente imposible, los fugitivos preferían cruzarla volando sobre ella, cavando túneles o yendo alrededor de ella.
Oficialmente, el régimen de Alemania Oriental afirmó que la frontera fue fortificada para mantener influencias anti socialistas por fuera. Pero la mayoría de los alemanes orientales sabían que ésta hizo a su país una prisión virtual. Dentro de Alemania del Este, la policía secreta llamada la 'Stasi', permitió al Estado ejercer un control total sobre sus ciudadanos. Con una red de 90.000 agentes y casi 200.000 informantes, utilizaron todos los recursos a su alcance para registrar la vida privada de las personas, haciendo difícil su libre expresión, incluso en la intimidad de sus propios hogares. En el proceso, arruinaron la vida de las personas, destruyeron familias y rompieron matrimonios. Para la década de los 80, la Stasi había recopilado información sobre un tercio de la población del país. Miles fueron detenidos y encarcelados. Los prisioneros eran aislados, privados del sueño e interrogados por horas cada día para obtener información acerca de “actividades antigubernamentales”. A estos prisioneros se les hacía creer que sus familiares y amigos más cercanos se habían vuelto en contra de ellos, hasta que finalmente renunciaban a cualquier información valiosa que tenían, traicionándolos. Para la década de los 80, cada parte de la vida estaba controlada por el partido socialista de la unidad y su jefe Erich Honecker. El estado afirmaba que Alemania del Este socialista, tenía un nivel de vida igual de alto al de Occidente. Pero la realidad era muy diferente. Artículos de uso diario a menudo eran escasos. La mayoría de los ciudadanos no se atrevían a quejarse por temor a una visita de la Stasi.
En 1985, Mikhail Gorbachov, fue nombrado Secretario General de la Unión Soviética y las cosas empezaron a cambiar con bastante rapidez. En 1986 se inició la Perestroika (reestructuración), una nueva política de reforma política y social para reactivar la economía estancada de la Unión Soviética. En 1988 se introdujo la Glasnost (apertura), que dio más libertad de expresión al pueblo soviético. En 1989, la creciente oposición al partido comunista en Polonia condujo a elecciones libres y justas, y anunció el colapso del comunismo en Europa Oriental. El gobierno de Hungría desafió abiertamente a la Unión Soviética con la destrucción de la cerca electrificada que la separaba de Austria al oeste. La Unión Soviética bajo Gorbachov no envió tanques de guerra como lo había hecho durante actos de desafío previos. En pocas semanas, miles de turistas alemanes orientales comenzaron a tomar ventaja de las fronteras abiertas en Polonia, Hungría y Checoslovaquia para escapar al Occidente. Los que no pudieron obtener un permiso para viajar, simplemente huyeron por la frontera abandonando sus propiedades y a veces a sus familias, con el fin de salir de Alemania Oriental.
Junto con los cambios en la Unión Soviética, los alemanes orientales comenzaron a aprovechar las nuevas leyes que permitían más libertad religiosa. En el verano de 1989, las reuniones de oración en las iglesias se convirtieron en manifestaciones que exigían reforma. A pesar de la violencia y la intimidación por parte de la policía y de la Stasi, las protestas crecieron. Finalmente, el 9 de octubre de 1989, unos 70.000 manifestantes marcharon por las calles de Leipzig pidiendo libertad. Erich Honecker, el nuevo jefe del gobierno de Alemania del Este, estaba dispuesto a usar la fuerza para disolver la protesta. Tanques habían rodeado la ciudad y la policía armada esperaba la orden de atacar. Los hospitales recibieron la orden de prepararse para un gran número de bajas. Cuando llegó el momento, el ayudante de Honecker, Egon Krenz, se negó a dar la orden de aplastar las manifestaciones. A setenta mil alemanes orientales se les había permitido criticar a su gobierno en público sin represalias del gobierno. En cuestión de una semana, Honecker fue sustituido por Krenz. Ante las nuevas protestas él trató de anunciar nuevas reformas. Era demasiado poco, demasiado tarde.
En la noche del 9 de noviembre de 1989, durante una conferencia de prensa para anunciar la relajación de las restricciones a los viajes, un malentendido llevó a la prensa a creer que el Muro de Berlín se abriría de inmediato, permitiendo a los alemanes del este cruzar a Berlín Occidental. Era un error. En cuestión de horas, la noticia se había extendido por toda Alemania. El gobierno de Alemania Oriental fue atrapado con la guardia baja y no tuvo tiempo suficiente para rectificar el error. Miles de alemanes del Este se reunieron en los puntos de cruce del Muro de Berlín. Los guardias, abrumados y confundidos no tenían órdenes. En el caos abrieron las puertas y miles de berlineses del Este cruzaron a Berlín Occidental terminando veintiocho años de encarcelamiento. Un año más tarde, el 3 de octubre de 1990, Alemania fue reunificada oficialmente.
Si usted visita la Berlín de hoy, encontrará que no queda mucho del Muro original. Líneas de adoquines marcan en algunos lugares donde estuvo levantado. Queda muy poco de la muralla original; fue destruida en los meses que siguieron a la reunificación de la ciudad. Aunque muy dañada por los coleccionistas de recordatorios, todavía se puede ver lo que queda de ella cerca de la estación de ferrocarril del Este (Ostenbanhof de Berlín). La mayoría de las guías de turismo se refieren a ella como la “Galería del Lado Este” (East Side Gallery). También hay una sección del muro original junto a la “Topografía del Terror” (Topographie des Terrors), el sitio de la antigua sede de la Gestapo nazi. El más famoso paso fronterizo, Checkpoint Charlie, es ahora una atracción turística ubicada al lado del Museo de los Aliados en el barrio de Dahlem de Berlín.
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